Perdimos ante un gran rival, posiblemente el campeón de liga.
3 – 9 fue el resultado, eso sí, en ningún momento perdimos la cara al partido y mis chicos lucharon hasta la extenuación, era el discurso principal ante un equipo que hasta este partido siempre había superado los 12 goles a favor, como mínimo, y 22 el máximo.
Destacar a un espectacular José Cabot que revoluciono a todos, marco un gol y encima se vino a la banda a dedicármelo, era el tercero.
Cumplieron a la perfección, fallamos en los primeros minutos y más por mí culpa que por la de ellos, no supe leer tácticamente la propuesta de ataque del rival.
Desperté tarde.
En fín, la victoria sirve para dormir bien y la derrota para aprender.
Ha sido un fin de semana de reconocimiento a la amistad en este deporte.
Los 4 jugadores del Hércules, que estuvieron trabajando conmigo este verano, no dudaron, a mi llegada al campo, en cruzar media instalación para venir a saludarme y darme un abrazo.
Eso, más lo de Cabot, más la llamada a media tarde de Feli, diciéndome que el entrenador de su hijo, al que yo había entrenado, me mandaba recuerdos y además le había dicho que yo era un fuera de serie, pues que quieres que te diga, en jornadas donde el resultado no acompaña, te hace recordar que en el esfuerzo y sacrificio del trabajo diario están las claves para seguir creciendo.
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